Personajes ribagorzanos

Fray Diego Cera

Nació en Graus el 26 de julio de 1762, hijo de Joaquín Cera y Francisca Badía. Murió en Manila en el año 1832.

Por la falta de documentación en los archivos municipales y parroquiales, poco se sabe de él hasta su profesión en el Convento Agustino Recoleto de Barcelona en el año 1787. Cuando llegó a la ciudad era ya un consumado organista, hasta que aproximadamente en el año 1870, marchó rumbo a Filipinas. El periplo fue largo, pues los misioneros partieron del puerto de Cádiz en la fragata “El Águila” a principios de diciembre de ese año, por lo que pasaron las fechas navideñas en pleno Atlántico, hasta que llegaron a Acapulco para coger un nuevo galeón que zarpó hacia Manila. Llegaron a la ciudad filipina el 5 de junio de 1792. Una vez allí, fue misionero en Malacabat, párroco en La Piñas, Capellán del Real Colegio de Santa Ponciana y Prior vocal de Taytay.

Se dedicó a la recuperación y saneamiento de edificios, pues a él se debe la erección de la casa parroquial, además de los caminos reales y puentes de piedra. También se dedicó plenamente a su gestión pastoral y a diversos temas religiosos. Construyó un piano forte que fue enviado a la Reina de España, la cual, correspondió enviando al agustino un copón y un juego de vinajeras de oro, además de una campana.

Ese piano forte debió ser un instrumento sensacional, pues añadió un buen número de nuevos registros. Fue llamado para restaurar el órgano de la Catedral de Manila, con lo que demostró ser un verdadero perito de la materia, y más tarde dotó a la Iglesia de Las Piñas de un pequeño instrumento ya desaparecido.

Pero su obra cumbre fue la construcción del famoso órgano cuyos tubos metálicos sustituyó por cañas de bambú, y que se encuentra en el Convento Recoleto Intramuros de Manila, llamado de San Nicolás. Para la realización del famoso órgano, que aún subsiste, comenzó por ir recogiendo cuidadosamente las cañas en 1816 y soterrarlas para una curación durante un año. Una vez preparadas las talló y con ellas obtuvo los sonidos característicos de las notas musicales para posteriormente colocarlos en la armadura del instrumento. A lo largo de estos siglos, el órgano fue objeto de numerosas variaciones y restauraciones. En el año 1863 se reparó por un terremoto, y años más tarde cayeron sobre él parte de la techumbre del edificio con la consecuencia de una nueva reparación. En 1924 se le dotó de un mecanismo eléctrico, y durante la II Guerra Mundial fue respetado e incluso reconstruido por la administración japonesa. Más tarde, el embajador alemán en ese país solicitó la reparación y tras lograr una subvención intentó ser enviado a Alemania, pero no fue permitido por los filipinos. Su última restauración se realizó en 1973, cuando piezas del instrumento fueron enviadas a Japón y Alemania. Temiendo las variaciones climáticas con el país europeo, que podían ser perjudiciales para la madera, se construyó una cámara climatizada que permitió su viaje.

El órgano de Mosen Cañas, como también se le denominó allí a Diego Cera, movió voluntades en distintas partes del mundo, y ha sido objeto de emisiones filatélicas, lo que ha permitido que el nombre de Graus diera la vuelta a nuestro globo.

Toda esta información se consultó de los ensayos realizados por la escritora Helen Sanson y por el Doctor Salamero Reymundo, de cuyos trabajos se entresacan los principales datos de esta breve biografía.

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